Mientras ellos apuntan a la luna, nosotros estamos pendientes del “dedo”
Leo que Nestlé, esa empresa gigantesca que hace años causó millones de muertes de lactantes por sus manejos para prohibir la lactancia materna en muchos países el tercer mundo que no disponían de “agua potable” y así poder vender su “leche materna”, esa misma empresa, anda demandando a otras que comercializan cápsulas “compatibles” con las cafeteras Nespresso cuya patente mundial es propiedad de Nestlé.
Y, si uno no lo medita, tras leer la información, piensa inmediatamente en el bíblico desafío de David contra Goliath.
Sin embargo, a mi modo de ver, esa es una cuestión meramente secundaria.
Allá se maten entre ellos.
El peligro es que, si víctimas de nuestra vagancia y nuestro esnobismo, caemos en las redes de las cafeteras de “cápsulas” (cuyo café, debo reconocerlo, está muy rico) dentro de media docena de años, habrán desaparecido las bolsas de café de las tiendas y “por narices” habrá que comprar “cápsulas” (y máquinas) a Nestlé, a Sara Lee, o a su pastelera madre, que nos venderán el kilo de café al mismo precio que Hewlett-Packard nos vende la tinta de los “cartuchos de las impresoras (2.896,48 Euros/litro según mi último cálculo) y de paso, una vez todo el mercado esté cautivo, acabarán con esas estupideces del “comercio justo” y demás fantasías y pretensiones de los productores en sus países de origen.
Y además montaremos una verdadera montaña de cápsulas de aluminio vacías (cuya patente de fabricación, obviamente, también es de estos señores) que habrá que reciclar.
Moraleja, en lo que a mi concierne y reconociendo que efectivamente esos chismes fabrican unos cafés muy ricos, renuncio a semejantes delicias antes de que mi afición al café quede “patentada” de por vida por estos sujetos.
Lo dicho: allá se maten entre ellos. Yo no apuesto por ninguno y a ninguno pienso “hacer gasto”.
Y lo siento porque, gente a la que quiero, me regaló, no hace mucho, uno de estos artilugios.
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