Aunque, como en toda decisión humana o empresarial, pueda haber segundas intenciones u objetivos distintos de los aparentes, lo cierto es que me alegra poder traer a colación la noticia de que
El Corte Inglés implica a sus proveedores en la pesca responsable
Aún recuerdo la sastrería de la calle Preciados Nº 3 donde a finales de los años 50, a primeros de octubre, me compraban el “no-uniforme” (realmente lo único obligatorio eran la corbata y la manga larga, a cualquier edad, incluso en verano) de mi colegio “de curas”.
Esa
sastrería era propiedad de un asturiano un tanto peculiar llamado Ramón Areces,
de quien se cuenta que jamás pidió dinero a ningún banco y que consideraba “las
herencias” como una mala costumbre y fuente de malcrianza, vagancia e
incompetencia. De hecho una gran parte de su fortuna quedó en manos de la
fundación que lleva su nombre.
Esa,
entonces, sastrería prosperó y creció hasta ser hoy el principal grupo de
distribución del país y uno de los más importantes a nivel mundial.
Por
eso, por la importancia y repercusión que tiene una decisión de ese tipo tomada
por tamaño gigante empresarial, es por lo que me alegro y “me quito el sombrero”
Personalmente,
y dentro de los límites que me permiten mis cortas entendederas y mis malas
costumbres, procuro en el “día a día” hacer un consumo responsable y así “voy
de mostrador en mostrador”, leyéndome las etiquetas de la pescadería para
evitar algunas especies de acuicultura (langostinos) especialmente depredadoras
del medioambiente y las poblaciones nativas de las zonas donde operan.
Procuro
comprar pollos, carne, leche y huevos de “producción ecológica” y que éstos últimos, además, sean de gallinas “libertarias”, intentando evitar los sistemas de “producción
intensiva” y el maltrato de los “bichos”, aunque finalmente “me los coma” (uno
no es perfecto).
Cuando
puedo, y los encuentro, compro productos de “comercio justo” (que a veces no son
tan apetecibles)
Y,
en esa línea, creo que si muchas personas hiciéramos “eso” a diario, podríamos
torcer el brazo de “la industria” y obligarle a recapacitar y actuar de un modo
más responsable.
Es
más, creo que sin esa conciencia ciudadana, de poco servirán las
reglamentaciones o las decisiones individuales de algunas empresas.
Sin
embargo, tengo muy claro que por su repercusión mediática (maldita palabreja) y
por su enorme poder de compra, la decisión adoptada por ese gigante de la
distribución que hoy es El Corte Inglés” supone un paso muy importante en el
buen camino de la responsabilidad empresarial y el desprestigio del “todo vale”
con tal de ganar dinero.
Lo
dicho: Sin meterme a opinar sobre otros aspectos quizá no tan edificantes de la
citada “gran empresa” Me alegro y me quito el sombrero.
De
paso, por si estas líneas han despertado tu curiosidad sobre el asunto del
consumo responsable, pongo a tu disposición la Guía
Verde y Roja de alimentos transgénicos,
publicada por Greenpeace en la que podrás encontrar informaciones útiles y, en
algún caso, “sorprendentes”
No hay comentarios:
Publicar un comentario