Y, sobre todo, los asistentes esta misma mañana
a la manifestación del 1º de mayo en Madrid.
O más bien a una de las 5 "minifestaciones" (no es
una errata) con las que los Sindicatos han demostrado lo escaso de su
capacidad de convocatoria y la clase trabajadora su lamentable capacidad de división, unos. Su conformismo, otros. Y su falta de esperanza y de coraje, el resto.
No le culpo especialmente a nadie, me culpo a
mí mismo y a todos los que, como yo, aún no nos hemos enterado de lo que nos
jugamos en este envite.
A todos que no estamos dispuestos a hacerles el juego a unos Sindicatos y Partidos que
tantos motivos tienen para callarse.
A todo los que haciendo gala de nuestra pureza
ideológica no vamos colaborar en nada con lo que no estemos absoluta y
exquisitamente de acuerdo.
Y a todos los que teníamos mejores cosas que
hacer que ir a perder el tiempo, cuando ya sabemos que manifestarse “no sirve
para nada”.
Lo siento; pero esa es mi lectura de la
manifestación de (una de las cinco “únicas” y verdaderas “masivas
manifestaciones”) que se ha ¿celebrado? hoy en Madrid.
Por mucho que D. Javier López (Secretario de
CCOO Madrid) proclame a voz en grito que “en el día de hoy los trabajadores y
trabajadoras han vuelto a llenar las calles”, un servidor, que tiene la
costumbre de recorrerse las manifestaciones desde la cabecera hasta los
vehículos de limpieza, tiene que decir que éramos cuatro gatos.
Cuatro gatos en comparación con otros 1º de
mayo, con otras manifestaciones recientes y, sobre todo, cuatro gatos en
comparación con la importancia del envite que se juega en estos momentos.
Estarán contentos el Sr. Rajoy y toda la banda
de depredadores de lo público, nacionales y extranjeros.
De momento pueden
dormir tranquilos.
Sin embargo tengo que decir que he visto en las
caras de la gente, aparte de mucha preocupación y desesperanza, indicios de ira
(no indignación) y no me ha gustado la naturalidad y el aplomo con el que, en la
cola de la manifestación, un nutrido grupo de personas coreaban un “se va
acabar, se va a acabar, la paz social”.
No me ha gustado porque mucho me temo que ésto pueda
empezar a ocurrir y con nuestra falta de implicación lo estemos fomentando.
Y sobre todo, porque, aunque a veces no haya
otro modo de hacer las cosas que “a las bravas”, los platos rotos los solemos pagar
“más” los de más abajo.
Saludos.
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