Según
se va despejando el humo mediático con el que los grandes medios de
comunicación han disimulado, en primer lugar su desconcierto por unos
resultados alejados de sus previsiones y, a continuación, han intentado convencernos de
que Italia se ha vuelto ingobernable, un servidor se va haciendo (con todas las
cautelas del mundo) su propia “composición de lugar”.
Reitero,
para que nadie se llame a engaño, mi notable desconocimiento de la política
italiana, que imagino no será muy distinto del de la mayoría de las personas
que leerán estas líneas.
Hecha
esta advertencia, digo que eso de que Italia, tras la elecciones, se ha
convertido en un país “ingobernable” es una absoluta falsedad que nos quieren
hacer creer para poder justificar cualquier “solución alternativa” que se les ocurra
para enmendar el “error” de los votantes.
Sin
embargo, lo que es cierto es que, tras el recuento y tanto si miramos el número
de votos como si atendemos a la estrafalaria (pero legal, como aquí en España)
normativa electoral y su consiguiente asignación de escaños, Italia,
efectivamente puede haberse convertido en un país “inmanejable” que es una cosa
bastante distinta.
Como
buenamente he podido y rastreando aquí y allá, dado que los periódicos
retiraron los gráficos explicativos tan pronto se dieron cuenta de la magnitud
del “desastre”, me he fabricado un par de cuadros intentando agrupar en bloques
de ideario más o menos afín a los distintos contendientes.
Debo
advertir que, en el caso del Senado, mi desconocimiento me ha llevado a
catalogar como sin clasificar (con el mismo color que la lista de Mario Monti) a
un total de 40 senadores que no sé muy bien qué representan.
En
todo caso las cifras “cantan” (tanto en votos, como en escaños)
En
cuando a lo de la Gobernabilidad, me explico: